Parece que el tema de la semana en mundoblog es la felicidad. Viene de arrastre del fin de semana, con el Día de la Madre (y no jodamos, ser madre es fuente inagotable de felicidad. Pero también de stress).
Y el coletazo esta semana pasó por
acá,
acá,
acá y también
acá.
Leer sobre eso me hizo pensar en todo lo feliz que se puede ser, si uno se pone en el mood correcto. Que no tiene que ver con la vida color de rosa, sino con la convicción de que hasta las cosas más negras a la larga o la corta cambian de color. Y si no cambian, nos cambian a nosotros. Encima, si lo sabemos aprovechar, seguro que nos cambia para mejor.
Y a mi, qué me hace feliz?
- No perder la capacidad de sorprenderme nunca.
- Amasar pan. O galletitas.
- Tener a las gurrumas en mi cama, "haciendo mimos" dormidas, como de memoria. No puedo luchar contra eso, aunque putee cuando en vez de mimos lo que dan son codazos.
- Que pasen los años y seguir admirando a mi marido cada dia. Bueno, todos los días no, pero la gran mayoría.
- Descubrir que la voluntad puede compensar la falta de talento.
- La alquimia de la cocina.
- Tener amigos de oro, que me bancan en las buenas y en las malas, y me ayudan a seguir creciendo.
- Reírme mucho mucho viendo una película como
Hangover.
- Redescubrir, si esto es posible, a los
Beatles en las vocecitas de las peques.
- Tener un trabajo que me apasiona, me desafía, me divierte.
- Un atardecer en la playa. Sobre todo cuando es con gente querida. Y ni hablar si sale la ronda de Camparis!
- Ir la
Barrio Chino!
- No poder dormirme a la noche, dar vueltas y vueltas hasta las 3 am procesando todo lo que vi en Pinterest y viendo como hago para llegar al 14 de noviembre con algo de eso listo para el cumple de mi peque mayor. Y que ella se despierte 6.45 y me diga que se quedó pensando en algo que vimos en la compu y que "que lindo va a ser su cumple Hecho a Mano".
- Cuando un colibrí se pasea por mi terraza en pleno Buenos Aires.
- Tener buena salud, sabiendo que es consecuencia de vivir en equilibrio. Y eso que ni como sano, ni hago deportes, ni yoga, ni... simplemente trato de ser auténtica (esta vez si, en el 2014 me pongo las pilas y empiezo a mover -y reducir- las cachas).
Creo en la reencarnación, no porque crea en la reencarnación. Sino porque es la única respuesta sensata que encuentro para mi felicidad. Que todo fluya con tanta armonía y sin buscarlo, debe ser porque debo haber sufrido mucho en vidas anteriores (bueno, en esta también tuve lo mío) y ahora llego el momento de la recompensa.
Eso. Me rompo el traste para ser feliz, pero no me cuesta.